martes, 6 de noviembre de 2012

Y entonces desperte. Un dia en la vida burguesa. Por Elda Nayeli Cerrillo García


El cansancio a penas me dejo llegar a mi cama. Estaba extenuada. Cada fibra de mi cuerpo dolía al entrar en movimiento. Mi cabeza era un gong, a cada intervalo regular de 2 segundos aproximadamente  un nuevo golpeteo cimbraba mi cuerpo de la cabeza a los pies. Solo deseaba llegar a la cama dejarme caer y dormir las pocas horas que tenia antes de volver a mi rutina  de trabajo y estudio para poder ser alguien en la vida. Tal vez ser alguien dentro de , no se. Solo pensar que podía ser alguien. 
Mi cuerpo entro en contacto con la cama, un instante de alivio y comodidad me hizo cerrar los ojos…GOONG!, Desee poder quedarme dormida mas rápido. Ir a ese lugar donde podía ser quien yo quisiera en las profundidades de mi inconsciente y recuerdo antes de caer felizmente en la inconsciencia que pensé “ojala fuera mas fácil”.
Cuando entras a un túnel demasiado oscuro solo puedes recordar el inicio y final de éste. La duración ciertamente no la precisas si no tienes un referente. Es como si cerraras y abrieras los ojos y ya estas del otro lado, porque en realidad no recuerdas ni tu cuerpo atravesando. Cerré los ojos al inicio del túnel en la noche parpadee y al abrirlos al final del túnel  la luz me obligo a cerrarlos de manera abrupta. Asimile la nueva iluminación, no recordaba que  hubiera tanta luz en las mañanas, demonios! Se me hizo tarde. Ahora tendría que correr para alcanzar algún camión al que mínimo pudiera subir medio cuerpo para llegar a mi segunda clase. Reflexionaba con los ojos cerrados, disfrutando mis últimos momentos de paz cuando una voz educada y amable resonó en la habitación. – Buenos días señorita, ¿esta vestida?-  me sobresalto, era demasiado real para venir de la televisión. Quise comprobar que mi mente no me jugaba una mala pasada, así que decidida abrí los ojos y lo primero que me encontré fue un techo que definitivamente no correspondía a mis recuerdos. No había grietas, ni estaba la parte del mural que mi hermano me había hecho como regalo de mi xv cumpleaños. No estaba el rumor del yeso cayendo sobre mi cara. En su lugar había un gran espacio de mi cama al techo, podría jurar desde esa posición  había otro piso encima de mi cabeza. Era un techo blanco y liso con tonalidades amarillo cálido dibujadas en sus rincones. Parecía había un gran ventanal por donde se colaba toda la luz del sol hacia la desconocida habitación donde me encontraba. No estaba asustada, aun no entendía. La rareza que todo suponía me hizo preguntarme sino estaría todavía soñando. Una figura se materializo en mi periferia derecha, era la portadora de la vos que yo había olvidado momentáneamente mientras no dejaba de mirar el techo.  Lentamente voltee hacia ella, no parecía peligrosa. Era una señora de edad madura, tal vez 40 años. Vestía una falda debajo de la rodilla color vino, saco beige y playera de vestir para mujer blanca, abierta en el cuello. Medias y tacones cuadrados en Zapatos de igual forma. Estaba mirándome, esperando algo. Con las manos cruzadas frente al regazo y una mirada respetuosa en su rostro. Había algo en ella que me sugería la conocía desde hace tiempo. –Hola, Rosa- salió de mi boca como si fuera una frase programada. Era mi voz, salía de mí. Pero no pasaba por el filtro de mi razonamiento. Era como si fuera un espectador mirando la escena desde dentro de mi cuerpo. Estaba ahí pero no podía intervenir. Quise asegurarme de la realidad de lo que estaba percibiendo. Así que comencé a ser consciente de todas las sensaciones que me rodeaban. – ¿ Necesita que prepare el baño o desea desayunar primero, señorita?, Julián me ha dicho que usted pidió que solo jugo de frambuesa y harina de arroz con fruta le fuera servida por las mañanas, esta lista cuando la pida. Va a desayunar aquí o en la terraza? - Rosa ya me hablaba mientras yo me incorporaba lentamente de la posición boca arriba en la que me encontraba. Sentía las sabanas sobre mi, eran suaves, blancas y delicadas, satín tal vez o seda, era difícil precisarlo pero se sentían muy bien.  Había una gran cantidad de cojines blancos y negros  a mi alrededor, esparcidos por el respaldo, del que yo solo ocupaba un cuarto, y la espaciosa cama. Daba la idea que podían caber 5 personas en ella sin problemas.  A los pies en un perfecto doblez descansaba la colcha blanca. Mi pijama, que la noche anterior era la ropa que traía; un mallon negro y un blusón de lycra blanco hasta las rodillas habían mutado por un pantaloncillo violeta claro de algodón y una blusa de tirantes blanca con las orillas del tono del pantalón. Un combinado sin duda.
Por extraño que me pareciera todo a mí alrededor mi cuerpo se movía con tanta naturalidad como si aquello fuera la rutina de todos los días. Me incorpore totalmente mientras Rosa se acercaba a mi con una bata violeta claro en la mano. No opuse resistencia cuando me ayudo a ponérmela, parecía estar todo coordinado en el exterior pero mi mente era un caos, apenas podía captar los detalles de la habitación mientras cuestionaba el grado de realidad de lo que estaba viviendo. La cama estaba en el centro de la espaciosa habitación, a los costados había dos lámparas en la pared. Que creo yo no eran necesarias porque justo enfrente de la cama como a 2 metros estaba un ventanal de una pared completa con gruesas cortinas en beige que parecían haber sido recorridas a los costados dejando en su lugar unas color claro transparentes. El ventanal parecía dar a un balcón y a lo lejos capte las estructuras de lo que parecía ser Six Flags oculto entre un bosque verde que se extendía  delante.
A la izquierda había dos puertas beige considerablemente separadas una parecía ser el baño y otra la puerta de entrada.  A mi derecha se encontraba una escalera de suelo laminado color claro que subía en redondo  a un segundo piso. El mismo que percibí mientras estaba acostada. Todo el estilo parecía una mezcla de art deco con un estilo moderno. Mientras analizaba todo esto de mi boca salían sin expresión palabras a la mujer llamada Rosa –no, dile a Julián que me prepare pollo a la plancha con ensalalada de frutas y yogurt y el café que traje de Colombia, voy a desayunar aquí y prepárame los jeans caqui con las botas negras que compre ayer, la blusa que recogiste de la tintorería  y el abrigo beige, hace un poco de mal tiempo. Me voy a llevar mi carro,  entonces dile a Don Pascual que no es necesario que me espere. Con que me dejes todo listo también te puedes ir. A Julián tal vez lo  necesitare  en la noche nada mas entonces se puede tomar la tarde. Gracias Rosa es todo, yo me encargo del baño.- le sonreí confiada, mientras mi cabeza se preguntaba de donde había salido todo aquello. ¿Quién estaba hablando con mi voz desde dentro de mi cuerpo?
-muy bien señorita. En seguida le mando su desayuno y la ropa. Con permiso- se dirigió a la puerta, de pronto volteo y me dijo como si acabara de recordarlo o dudara en decírmelo- su madre llamo, de nuevo, pregunta si se reunirá con ella para las vacaciones de Navidad en París o quiere irse con su padre a Atlanta, ahora él esta allá, llamo el lunes para avisarle, pero como no la había visto pues no pude decirle.-  Un vacío se coloco por mi inconsciente, de nuevo no podía explicarlo, dominarlo o interferir con el pero lo sentía.- Gracias Rosa, luego lo veo- fue todo lo que salió de mi garganta. Ella salió y yo continúe moviéndome por la habitación como si la conociera de siempre. Tome mi celular, uno muy avanzado que a decir verdad mi “yo” interno no comprendía, revise mensajes que realmente no reconocí, revise mi reflejo en el espejo, era yo sin duda pero no lo era a la vez. Comencé a sentir la desesperación de no tener control de mi propio cuerpo, este se movía por si mismo y yo solo podía ser arrastrada mientras mi mente se estrujaba tratando de descubrir que había pasado en aquel puente  oscuro en el que entre y me saco aquí. Era como saber que debía hacer ahí pero no el porque estaba ahí.
 No por ello dejaba de disfrutar los detalles a mí alrededor, después de todo estaba ahí todo lo que yo deseaba. Mi cuarto era exactamente al que alguna vez visualicé podría tener si terminaba una carrera trabajaba mucho y tenia éxito. Vivía sola rodeada de gente que temporalmente estaba ahí para cubrir mis necesidades. Mientras mi no cuerpo se paseaba rutinariamente por lo que parecía ser mi departamento, guardando cosas en el suntuoso bolso de mano, desayunando mientras revisaba correos en el I-PAD que parcia su tercera mano, arreglándose en el vestidor anexo de mi cuarto rodeada por opulentas marcas trasnacionales de industria cosmética, de belleza, salud etc, mi yo verdadero observaba y reflexionaba, no pudiendo hacer otra cosa.
 Mi departamento era todo lo que soñé, con un estilo art deco y estilo contemporáneo. Con muebles de diseñador, iluminación perfecta, vista inigualable,  un refrigerador con productos orgánicos de alta calidad, una habitación para mi ropa y otra para mis libros favoritos. Un edificio exclusivo de acaso 5 inquilinos en departamentos de 2 pisos. Todo en un complejo cercano  a Six Flags de acceso solo por carro.
Sabia que me preparaba para la escuela pero era obvio que no iba al CCH, aunque una parte de mi lo deseaba, sino a lo que parecía la escuela de comunicación que esta a pocos metros del Cch. Lo supe por un credencial que mi No yo guardaba en su bolso junto con una reserva impresionante de tarjetas de crédito y mas efectivo del que había visto junto en toda mi vida.  Todo aquello  me producía una vaga sensación de placer,  eran mis manos las que tocaban las cosas, mi cuerpo el que pertenecía a ese espacio, mi voz la que ordenaba  y sin embargo no era yo. Había una disyuntiva en lo que quería ser, y estaba siendo en ese momento, y lo que realmente soy yo. Era en ese punto que mi cuerpo y mi conciencia tomaban caminos separados.
Una vez terminado mi ritual de preparación par salir, tome las llaves del  carro que precia ser mio, y sin palabras de aliento o promesas de regreso Salí de mi departamento con la sensación que algo no encajaba ahí.  Sabía la exacta ubicación del auto. Un volvo ultimo modelo color plata, recién lavado y encerado. Al que subí sin problema encendí, coloque el i-pod en la base respectiva y maneje como si entendiera la enorme cantidad de funciones que poseía en el tablero, y que lo hacían parecer un avión.
Llegue a la escuela, no la mía, solo a la que sabia debía ir para cubrir las apariencias de una carrera que no necesitaría para salir adelante o tener un éxito que ya no necesitaba.
Conversaciones, sonrisas ajenas, competencia tácita de poder y opulencia entre comidas de alto valor monetario y poco valor emocional de fraternidad. Hable, comente, acerté y me desarrolle en un entorno escolar y con gente tan parecida a mi, mientras mi yo encerrado rasgaba las paredes de su encierro queriendo cruzar la calle para volver a aquellas jardineras tan cómodas, a las acaloradas y pasionales conversaciones en clase, los debates, pero sobre todo la compañía de la gente que en mi veía mas que una cuenta bancaria.
¿Que estaba pasando?, no era lo que estaba viviendo lo que yo quería. Tener una vida fácil y cómoda monetariamente donde no tuviera que preocuparme por lo que la gente marginal y de clase media baja lo hace. Una vida “fácil” llena de lujos y opulencia con apenas una vaga idea de lo que limite es.
Y sin embargo, ahí estaba al final del día, agotada de nuevo por luchar para salir del encierro que mi prototipo de mi me proporcionaba. Me dolía el alma que creía estaba perdiendo en el infinito del consumismo que alguna vez anhele.
De nuevo el Goong! Taladrándome la cabeza sin que la cabeza que estaba pegada a mi cuerpo lo sintiera. Un dolor acrecentado por confusión y no pertenencia que me habrían helado el cuerpo de poder  sentirlo, que me hacían una nada presa de su “todo”.
Quise aun con más fuerza que la noche anterior dormir y al despertar observar el raído pedazo de mural en el techo que mi hermano pinto para mí.
 Entre al túnel, esta vez no precia tan oscuro, pude percibir fragmentos del camino que recorrí antes de salir al otro lado.
Y cuando desperté….me alegre que la vida no me fuera tan fácil.


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